¡Hola a todos y a todas!
Os escribo para contaros que al fin he encontrado otro sitio para vivir. Un angelito medio alemán medio español y su madre me han ayudado y me han puesto en contacto con una familia de personas extraordinarias. Nunca había visto a personas tan buenas como éstas. Vivo con una pareja de alemanes que se llaman Angelika y Willy. Son un cielo. El hombre ha trabajado toda su vida con acero y tiene un taller lleno de máquinas para poder entretenerse. Resulta que hace réplicas de trenes que funcionan a vapor, después fabrica sus propias vías y las tiene por el jardín. No para de contarme historias interesantísimas y yo me siento muy bien. Además, tienen dos hijas y un hijo. Estos a su vez ya tienen hijos y son una pasada. No paran de decirme que se alegran muchísimo de que al final todo haya salido bien, de haber podido ayudarme y de que me quede con ellos. Tocan la guitarra, el piano y Angelika y Willy cantan en un coro. No podría haber aterrizado en un lugar mejor. El otro día toqué la guitarra, una canción mía en alemán que se llama
Wiedersehen y se pusieron a llorar de la emoción. Decían:
Sie spielt wie die Götter. Que quiere decir que toco muy bien y decidieron darme una guitarra para mí sola. No paran de darme abrazos y de decirme que si alguno de sus hijos estuviera en otro país y lo estuviera pasando mal les gustaría que alguien les ayudara.
El martes celebramos el cumpleaños de Thomas (marido de Moni, una de las hijas de Angelika y Willy) y el domingo es el cumple de Mathias (hijo de Michael, hijo de Angelika y Willy). De verdad que estoy muy feliz. Llevaba más de una semana despertándome a las seis de la mañana y desde que estoy con ellos puedo dormir sin problemas.
Ahora entiendo la razón de pasarlo tan mal y de que la residencia fuera así de horrible. Tenía que encontrar a estas personas tan maravillosas. Como dice Doro (hija de Angelika y Willy):
Es gibt keinen Zufall. Las casualidades no existen.
Besitos